lunes, 1 de agosto de 2011

Carta a mi MAESTRO



Estaba tan tranquila en aquella pequeña pecera blandita y maleable, en aquel mundo de sonidos, identificaba que íbamos en coche. De repente el coche se paró y voces familiares, por aquel entonces no podía ver sólo oír, hablan sobre un tal baloncesto. Yo me preguntaba ¿qué será eso? ¿Quién será? ¿Cómo será? No tardé en identificar un sonido que ya por aquellos entonces me era familiar. Había mucha gente que corría y se paraba y algo se les iba cayendo cada poquito tiempo y daba un golpe contra el suelo, también había un sonido que era parecido a un fuerte silbido.  Aquel día mucha gente gritaba el nombre de Trujillo.

Había una voz sobre todo aquello que destacaba, una voz que sonaba muy seria y con mucha decisión. Aquella voz les decía a otros tu ponte aquí y se la pasas a Lolo, aquél día los nervios le pudieron y un fuerte silbido le mandó fuera del banquillo  con algo que llamaron “falta técnica”. Aquel es el primer día que recuerdo tu voz, aún siendo un feto en aquella bolsa calentita. Ese partido que muchos recuerdan por la tensión que se vivió y por el cual casi se levantan en armas los trujillanos contra los espectadores serones. Para mi es el recuerdo de la primera vez que te escuché. Aquel partido de Trujillo fue el comienzo de 24 años de escuchar tu voz en una gran diversidad de tonalidades.

Una vez que ya vi el mundo  aquella afición por el baloncesto nació muy pronto apenas tenía 4 años cuando me compraron una canasta y me la colocó mi padre en el patio de mi casa, yo quería ser como los jugadores del Doncel. Muchas horas de juego con pelotas de todo tipo en aquella canasta pero sobre todo recuerdo aquellos partidos en el ahora Pabellón José Manuel Calderón. Tú con unas abundantes barbas, nervioso y gritabas un montón a los jugadores que corrían de una canasta a otra. Allí había alegrías, penas, partidos ganados, perdidos pero lo que siempre había por aquel entonces es una afición que no faltaba cada fin de semana que jugaba el Doncel.

Pasaron los años y tú seguías ligado al baloncesto, para mí siempre un ídolo y el mejor entrenador del mundo. Cuando dejaste el Doncel como entrenador yo no lo entendía. ¿¡Pero si era el mejor!? Entonces yo jugaba en el IES San José y en el equipo del cole. Siempre prevalecías en mi mente como el mejor entrenador del mundo, que por aquellos entonces Portugal era poco menos que de otra galaxia, tú eras el mejor.

El destino me puso como alumna del IES San José y de repente mi ídolo deportivo era mi profesor de EDUCACIÓN FÍSICA, como odiabas aquello de gimnasia. Dos veces a la semana tus bestias pardas como cariñosamente nos apodabas con nuestra aventura juvenil teníamos una cita ineludible contigo. No te puedes imaginar lo que me gustaban aquellas clases, mi ídolo aquel que había conocido en un principio sólo de voz, me estaba enseñando. Cierto es que lo de aprender por aquel entonces yo lo infravaloraba. Pero aún hoy cuando me como unas patatas fritas de bolsa veo el circulito de mis arterias cerrándose por las grasas saturadas.

Pero estoy segura que el año que más te convertiste en mi ídolo fue el año que repetí. Junté más faltas que días de asistencia pero yo a tus clases no faltaba fueran a la hora que fueran. Tengo mucho que agradecerte sobre todo por aquel momento de la proposición de diversificación cuando me dijiste ¿Pero y tú qué vas hacer en diversificación? Si tú puedes ser lo que tú puedes sacar tu curso normal si te lo tomas en serio.  Aquellas palabras pese a que nunca te lo dije creo que me han convertido en quien soy hoy, para bien o para mal.
Repetí y rechacé la propuesta de diversificación, me alegro mucho de haberlo hecho. Aquel año de nuevo te tenía como profesor y no podré olvidar lo enfadado que estabas por no haber ido a la Marcha ninguno de los dos años de 4º de ESO. Tardé muchos años en comprender lo importante que sería la Marcha en mi vida quizás el destino tenía que ser así. No puedo olvidar el viaje al COI  por el concurso de carteles y lo bien que nos lo pasamos con aquella experiencia.

Para mi seguías siendo un ídolo, perdona que te lo repita tanto ahora pero me sabe mal no habértelo contado nunca. Supongo que esperaba poder tener muchas más Marchas de charlas o algún que otro café en el instituto. Quizás te lo tenía que haber dicho aquella tarde mientras esperábamos tomando café a la chavalería que estaba en los Baños de Montemayor.

Terminó la entretenida ESO y de nuevo en 1º de Bachillerato tenía clase contigo. Recuerdo aquel trabajo de grupo en el que había que organizar una Marcha interdisciplinar o aquel individual de sumar calorías y ver la composición de una dieta sana. Cuantas cosas me enseñaste como MAESTRO porque eso de PROFESOR suena a que lo puede ser cualquiera con o sin vocación. Aquel año sería el último que me darías clase.

Seguíamos manteniendo el contacto y entonces llegó la graduación de 2º de Bachillerato, allí estabas tú. Con cierta conversación que no voy a escribir porque esa sí que quiero atesorarla en mi memoria y con saberla nosotros creo que es suficiente. En aquella cena conocí a tu fiel escudero en estos últimos años el famoso Chavero, recuerdo una charla amena con los dos y jamás pensé que luego se volvería a repetir el equipo en otras muchas charlas y asambleas.

Al final conseguí salir de aquí, pero no quise romper aquel cordón umbilical que me unía a ti. El primer año de carrera te pedía materiales y me hizo muchísima ilusión dedicarte aquel primer libro de juegos. Recuerdo que en la dedicatoria puse algo así como: “Los alumnos aprenden a pesar de los maestros, pero este no es tu caso…”. Siempre que escucho esa frase pienso en ti y en todo lo que me has enseñado a lo largo de estos 24 años. Cada vez que podía pasaba por el instituto para saludarte y para charlar contigo algo que me encantaba, reconozco que lo echaré de menos.

Hubo un día que seguramente no recuerdes, pero el día del entierro de mi abuela no me dijiste nada pero con la mirada me dijiste todo. Hay una frase muy cursi que dice algo así como que un amigo es aquel que sólo con la mirada es capaz de tocarte el corazón.

Pese a que me habría gustado no volver cuando terminé Educación Social, volví por la fuerza al final parece que tengo que estar en Villanueva. Me introdujiste en la marcha como Profesora (ya te decía que eso lo puede hacer cualquiera) y no imaginas lo que eso significó para mi, me hiciste sentirme una más de los profesores, me integraste en el grupo y me diste responsabilidades. Además me diste la posibilidad de de conocer a tu Gemmita, a la que tengo mucho cariño, mi hermana como decían algunos niños en aquella edición.

Lo que no sabes es que aquel año me diste la vida con aquella proposición e intenté ganarme tu respeto de la mejor manera que pude esforzándome en mi trabajo. Una experiencia inolvidable aquella con Jesús en la que ninguno sabía qué pasaría, pero con final feliz.

Dos años más has querido contar con mi presencia en la Marcha y este año tan especial por tantas cosas. Tu rodilla dando guerra, el guía impresentable, la mayoría de edad de la Marcha y tu insistencia en el Master de Secundaria: << Luego las prácticas las haces con nosotros en el instituto ¡eh!>>
Había un fenómeno curioso cada vez que venía de la Marcha me salía algo de trabajo, el primer año Huelva, el segundo algo en Salamanca y este tercero la cárcel. No podré olvidar nuestra última conversación << Me da igual que te den el trabajo tu diles que una semana antes de Semana Santa tienes la Marcha>>. De nuevo mi maestro al que tanto tenía que agradecer quería contar conmigo para la Marcha, tu niña bonita. Por esas palabras pienso luchar lo que haga falta, yo el año que viene una semana antes de Semana Santa tengo la Marcha.

Ando embalumada en aquel proyecto del que hablamos, un documental del Doncel, ese del cual hablaríamos este verano y veríamos nacer y crecer juntos. Era una forma de devolver al baloncesto villanovense mi parte por los buenos momentos y por haberme hecho conocerte. Pero al final aquí ando intentando contactar con gente y todo para mi solita de nuevo has vuelto a repetir lo que ocurrió cuando la otra carrera me has dado algo a lo que aferrarme en el peor momento.

Está siendo difícil encajar que ya no volverás a mandarme correos a los que te contestaré a las 2 de la mañana, que no me exigirás cargar todas las tardes con el bizcocho de los huevos de Marcelino, que no podrás presumir de Gemita y de Rubén, ya no tendré mi asesor dietético sobre nuestra hipótesis de que la leche era una alimento maligno, no tendré una rodilla por la cual correr en la Marcha a por hielo o una rodillera, no tendré a ese ídolo que cada año me daba una nueva lección, supongo que el tiempo sana las heridas y rellenará el agujerito que has dejado en mi corazón.

Espero que estés donde estés nos ayudes un poquito como has hecho siempre. Millones de GRACIAS por cruzarte en mi vida.

Un abrazo y saludos cooperativos.


Nuria Tena.

PD: Espero que ahora que sueñas con tus sueños, todos se hagan realidad.